Crónicas de enfermería

Afrontar lo inesperado: Mi viaje del diagnóstico a la gratitud

17 de abril de 2024
Julie McCloskey, RN, Directora de Servicios Sanitarios en Northern Medical Connections

En 2021, a los 35 años, noté un bulto. Sabía que era diferente, pero no le di mucha importancia. Estaba sana, no tenía antecedentes familiares de cáncer de mama y era joven. Pensaba que el cáncer de mama sólo afectaba a las mujeres de más de 60 años.


En mi mente, no había ninguna posibilidad de que fuera cáncer de mama. Debía de ser otra cosa, y cualquier otra cosa es obviamente benigna, ¿no? Pensé que no hacía falta investigar.

Lo que finalmente me empujó a consultar a un médico fue enterarme de que una mujer de 40 años estaba recibiendo tratamiento para un cáncer de mama metastásico. Si ella podía tenerlo a los 40, ¿por qué iba a pensar que yo era inmune a los 30? Así que, a regañadientes, pedí cita con mi médico de cabecera.  

Mi médico me pidió una mamografía urgente, pero como seguía tan convencida de que no podía tener cáncer de mama, la pospuse durante meses mientras me iba al norte a dar el pecho. Obviamente, todos sabemos adónde va esto...

Como había retrasado tanto la investigación, no me enteré hasta julio de 2022. Sólo tenía 36 años cuando recibí el diagnóstico: carcinoma ductal invasivo. Palabras médicas para cáncer de mama.

No vi venir ese autobús, y déjenme decirles que me golpeó fuerte.

El tiempo que transcurrió entre las palabras "tienes cáncer" y saber más sobre el diagnóstico y el plan de tratamiento fue una espera angustiosa. Ese limbo en el que no sabía qué iba a pasar era paralizante y cada día me parecía una eternidad. Siempre digo que no soy una persona creativa y que no tengo mucha imaginación. Pero vaya si me conté muchas historias ese verano. "Esta podría ser mi última vez ______" era un tema importante (y aterrador).

Después de unos días de escuchar "Esta podría ser mi última vez ____" repetidamente en mi cabeza, empecé a reflexionar sobre cómo me sentiría si realmente fuera mi última cosa. Fue entonces cuando me di cuenta de lo increíblemente agradecida que estoy por la vida que he vivido. Si el cáncer de mama fuera a acabar conmigo, no habría nada de lo que me arrepintiera, ni nada de lo que me quedara diciendo "ojalá hubiera hecho eso mientras tuve la oportunidad". Nunca he sido de las que esperan el "momento oportuno" para dedicarse a las cosas que me apasionan. Si queda algo en mi lista de cosas por hacer, es porque he estado ocupada tachando otras cosas, no porque me haya contenido. Siempre he creído que hay que vivir el presente, no el futuro lejano de la jubilación.

Creo que siempre he sabido que la vida es corta y que el mañana nunca está garantizado. La enfermería en general, pero especialmente la enfermería itinerante, ha desempeñado un papel muy importante en permitirme vivir esta vida plena por la que todavía me siento tan agradecida. No puedo imaginar otra carrera que me hubiera permitido tanta flexibilidad y tantas oportunidades. Me ha dado la libertad de perseguir mis pasiones en mis propios términos. Y lo que es igual de importante, me ha dado los mejores amigos y compañeros de trabajo, que me han apoyado en todo momento.

En la próxima entrada contaré más cosas sobre mi tratamiento y mi vida después del cáncer de mama.

Más contenidos relacionados